Hoy se cumplen 36 años de la tragedia de Armero-Guayabal, donde un 13 de noviembre del año 1.985, ocurrió lo que para muchos lo que fue una crónica de una tragedia anunciada, pues desde el volcán Nevado del Ruiz, descendió una avalancha de piedra y lodo sepultando el pueblo armerita a pesar de las advertencias que se habían dado a los Gobiernos.
Luego de sesenta y nueve años de inactividad en el Volcán, la erupción tomó por sorpresa a los poblados cercanos, teniendo en cuenta que se habían hecho múltiples llamados al Gobierno Nacional por parte de diferentes organismos vulcanológicos desde la aparición de los primeros indicios de actividad volcánica en septiembre de 1985.
Una tragedia inolvidable donde fallecieron más de 25 mil personas y la Alcaldía como todos los años realizan homenaje, hoy inicia la misa a partir de las 11 de la mañana con la compañía del obispano del Líbano y alcaldes del norte del Tolima.
En diálogo con La Cariñosa 1.420 Am, el acalde de Armero, Medardo Ortega, manifestó que son 36 años inolvidables que acabaron con los sueños y esperanza de todo un pueblo. “Nosotros como administración cada fecha rendimos homenaje a estas personas que perdieron la vida y a sus familias”
Por otro lado, el Alcalde confirmó que habrá una revista área porque lastimosamente la escuela aeronáutica de Mariquita no pudo prestar los helicópteros para la lluvia de pétalos, sin embargo, también se llevara a cabo la conmemoración de los 130 años de la Policía con eventos culturales, las palabras del coronel del municipio y estarán hasta hora de la tarde.
“Hemos venido desde hace meses atrás trabajando también en compañía de la Secretaria de Salud del Municipio para garantizar todas las medidas de bioseguridad y cuidarnos del Covid-19 que todavía existe”, manifestó Ortega.
Finalmente, se recuerda ese panorama desolador que encontraron los organismos de socorro al llegar a la zona, pues del prometedor municipio no quedaban sino ruinas, tras 12 horas de haber iniciado la destrucción, los rescatistas sólo encontraban lodo y restos de cuerpos, pues las labores de rescate se dificultaban con las montañas de lodo y el calor del mismo pues esto hacía casi imposible movilizarse por el territorio.