Más de mil árboles de cítricos quemados y la franja forestal de una quebrada destruida, son los rastros que se ven entres las cenizas del fuego que consumió más de 8 hectáreas el fin de semana pasado en San Gil. El censo de daños elaborado durante varios días por la Subsecretaría de Desarrollo Rural del municipio permitió evidenciar que las afectaciones en materia ambiental son preocupantes, porque las llamas acabaros con 5 hectáreas de la zona de vegetación que protegía la quebrada La Laja, desde donde se toma el agua para el acueducto veredal Corpolajas.
Víctor Hugo Bueno, vocero de dicha subsecretaría, explicó que irremediablemente la marca dejada por las llamas generará una menor capacidad de suministro de agua y obliga a implementar un programa de recuperación ambiental inmediato. La idea es sembrar frijol en una zona para que los suelos puedan recuperar parte del nitrógeno perdido, pero lo más importante es hacer un trabajo importante de reforestación con especies nativas y otras que faciliten la recuperación de la capacidad hídrica.
El trabajo, dijo el funcionario, debe hacerse de la mano con la comunidad, desde la junta de acción comunal de la vereda y la junta de Corpolajas, con quienes se espera poder garantizar la subsistencia de la franja protectora de la quebrada La Laja.
Bueno cuestionó que algunos productores vienen ampliando su franja agrícola, irrespetando la zona de protección de la fuente hídrica. Las otras pérdidas fueron las productivas, en este caso con un agricultor que vio como 3 de sus 6 hectáreas fueron consumidas por las llamas. Según los cálculos oficiales, el campesino tuvo una afectación económica cercana a los $37 millones, debido a que tenía 1.004 árboles de mandarina arrayana en crecimiento y 43 en plena producción.
Para ayudar al productor, la alcaldía de San Gil solicitará apoyo a la Secretaría de Agricultura de Santander y el inicio de parcelas demostrativas.