Santuario Agua de la Virgen abrió sus puertas en fiesta patronal
Después de coordinar la Diócesis de Ocaña y las autoridades los protocolos de bioseguridad para reabrir el Santuario Agua de la Virgen, en las ultimas horas se logró dar la reapertura. Con motivo de la fiesta patronal que se celebra cada 16 de agosto, feligreses católicos y un considerable grupo de turistas esperaban la decisión para acudir a los actos religiosos y tradicional visita a la montaña donde apareció la venerada imagen.
Como se recuerda, la historia nos remonta al año 1.711.
Aconteció el 16 de agosto de ese año; y por aquel entonces habitaban en las montañas de Torcoroma cerca a Ocaña, una familia campesina dedicada principalmente al cultivo de caña con el cual fabricaban dulces. Dicha familia estaba conformada por Don Cristóbal Melo, su esposa Pascuala Rodríguez y sus dos hijos, José y Felipe. Según atestiguan sus contemporáneos, los Melo Rodríguez eran gente de buenas costumbres y devoción cristiana.
Según narra la historia, una mañana Don Cristóbal envió a sus hijos en busca de un árbol que contara con una madera lo suficientemente buena para tallar la caja con la que fabricaban los dulces. Los jóvenes se internaron en la espesa montaña y luego de varios intentos fallidos por fin encontraron un árbol el cual despedía de sus flores un hermoso aroma. Por lo frondoso del tamaño, y ante la dificultad para llevarlo al rancho decidieron dejarlo, sin embargo una rama cayó en la parte baja del barranco. Luego de reencontrarse con su padre decidieron volver al siguiente día y reiniciaron la talla en el mismo árbol ya que tenia mas mejores características.
Al dar los primeros hachazos, brotó una luz tan intensa que alcanzó a iluminar el tupido bosque. Al percatare de lo que yacía en medio de las astillas, el padre sin pensar un segundo, metió las manos en donde su hijo se disponía a dar el próximo hachazo, deteniéndole de golpe. El padre y su hijos quedaron atónitos al apreciar en el corazón de dicho tronco, la imagen de la Virgen, con las manos juntas y puestas sobre el pecho, con acción del rostro. Desprendía además una luz intensa que sorprendió una vez mas a la familia.
Fue el cura y vicario de la ciudad, el presbítero Diego Gabino, quien le pidió a Cristóbal Melo que se presentara con la imagen de la Virgen para examinarla. Gracias a los testimonios recaudados en las gentes de la época finalmente el sacerdote autorizó el culto.
Hoy 310 años después, la comunidad ocañera regresa al santuario con la fe intacta para celebrar los 310 años de la aparición la Virgen de Torcoroma. El ingreso se hará con protocolos de bioseguridad y con el control del aforo debido en tiempos de pandemia. Cabe mencionar que con la apertura del lugar de veneración también se reactiva toda la actividad económica que se desarrolla alrededor del santuario.